Un laberinto sin espejos: El estadio precontemplativo
El estadio precontemplativo es una fase crucial en el proceso de cambio, caracterizada por la falta de intención de modificar conductas en un futuro inmediato. Las personas en esta etapa no perciben su comportamiento ni el consumo de sustancias como problemático o no reconocen plenamente la necesidad de cambio
Exploremos el estado precontemplativo según el modelo Transteórico del Cambio de Prochaska y DiClemente (1982), un modelo ampliamente utilizado para entender los procesos de cambio personal, especialmente en contextos como las adicciones. Conozcamos con ejemplos cómo este estado precontemplativo impregna las diversas facetas de la vida, desde los logros materiales hasta las relaciones sociales, pasando por la salud y los desafíos internos.
El Estadio Precontemplativo: primer paso en el proceso de cambio
En el estadio precontemplativo, las personas suelen mostrar ambivalencia hacia el cambio. Pueden expresar un deseo superficial de mejorar su bienestar, pero la falta de compromiso real y la negación de la gravedad de sus problemas prevalecen. Este estadio es el primer paso en el proceso de cambio, cuando aún no se ha tomado conciencia plena de la necesidad de transformación.
Éxitos y logros personales y profesionales: funcionalidad sin bienestar
En el estadio precontemplativo, los logros materiales significativos, como una vivienda propia, un puesto laboral estable, un vehículo propio o la posibilidad de viajar, pueden dar una falsa sensación de que todo está en orden. Sin embargo, mantenerse funcional no significa no tener problemas con las sustancias.
Podemos creer que hemos conquistado el estado de bienestar, pero estos logros no siempre aseguran una verdadera satisfacción personal. Aunque reflejan el cumplimiento de necesidades de seguridad y reconocimiento, no garantizan la autorrealización o el autoconocimiento, las etapas superiores de la pirámide de Maslow. Sentirse seguro de los éxitos y del propio talento no necesariamente significa conocerse profundamente.
En el estadio precontemplativo las personas pueden desear idílicamente vivir de sus emociones y ambiciones personales. Sin embargo, que se planteen metas realistas resulta crucial. Aunque se reactive el interés por ciertas actividades, el progreso puede ser lento debido a la falta de motivación y la fuga de recursos de toda índole causada por el consumo de sustancias. Encontrar un propósito claro y significativo puede ser un catalizador para el cambio, aunque en esta etapa aún no se haya alcanzado ese nivel de conciencia.
Relaciones sociales, entorno y afectividad: profunda soledad
En cuanto a las relaciones sociales, el estadio precontemplativo puede caracterizarse por una insoportable sensación de soledad cuando se permanece sobrio, incluso en compañía de amistades cercanas con las cuales se consume. La misma dinámica del consumo puede fomentar la percepción de desequilibrio en las relaciones.
La recuperación no funciona por encargo ni por amenazas
Cuando se tiene un buen pasar económico, además, se suele ser muy generoso ante la necesidad de encontrar y compartir las sustancias. Pero esta generosidad da pie a sentirse utilizado y ahondar en la victimización y la insatisfacción en las relaciones. En esa situación sería esperable experimentar desconfianza y la sensación de que se da más de lo que se recibe.
En una mala situación económica, en cambio, encontrar medios para comprar y consumir puede significar tener que pedir dinero y endeudarse, empeñar objetos de valor y, en algunos casos, llevar a la delincuencia, el trapicheo o la prostitución.
Los amigos que consumen no dejan de ser influencias negativas de cara al cambio, pueden orientar negativamente el comportamiento y las decisiones, perpetuando este estadio. Muchas veces fomentan expectativas poco realistas sobre la propia relación o el futuro conjunto, todo lo cual ahonda el sentimiento de desconfianza y la apatía.
En los períodos posteriores al consumo, no resulta inusual caer en el aislamiento social mientras se debate entre deseo de cambiar y la dependencia emocional y física de las sustancias.
Salud física y mental: nidos de abandono
La salud física y mental puede deteriorarse en el estadio precontemplativo debido a la falta de ejercicio físico y la adopción de hábitos perjudiciales, como dormir poco, comer mal, fumar y consumir sustancias, alcohol incluido. Verse mal no es algo que pase desapercibido, y por muy paradójico que suene, los consumidores pueden tener una preocupación constante por su salud que los arrastra a una hipocondría significativa o a un trastorno alimentario. La falta de constancia en las iniciativas sanas y la ansiedad no gestionada agravan la situación, creando un ciclo difícil de romper.
Límites en la concienciación del problema
En el estadio precontemplativo, la negación es un mecanismo de defensa común. La persona rehúsa aceptar la realidad de una situación dolorosa y/o estresante. Aunque se reconocen ciertos problemas, se minimiza su gravedad o se justifican las acciones. Por ejemplo, el consumo de sustancias puede ser justificado como una alternativa al alcohol y una forma de relajación, como una forma de entretenimiento o una ayuda para interactuar con otros, a pesar de sus consecuencias negativas. Enfrentarlos a estos mecanismos de defensa muchas veces garantiza una huida.
Ansiedad y miedo al cambio: barreras invisibles
La acumulación de ansiedad y la falta de introspección efectiva son barreras significativas. A pesar de que se puedan experimentar crisis de pánico e incluso un fuerte arrepentimiento por el uso de drogas, el ciclo de consumo y las dinámicas perjudiciales prevalecen sobre las intenciones de salir adelante. Este estadio es una fase donde aún no se han desarrollado plenamente las estrategias necesarias para manejar la ansiedad de manera efectiva,
Muchas veces existe consumo problemático que no debe ser considerado adicción. Y aquello, que podría ser una buena noticia, solo genera miedo a engancharse y el sentimiento de estar colgando de un precipicio. Esta sensación de peligro es pasajera y dependiente del contexto. No necesariamente nos guiará a la sobriedad, sino que puede ser un componente ansiógeno más.
Cambiar da miedo cuando parece una tarea titánica. Cuando se concibe el cambio como un “empezar de cero” y no un “empezar de nuevo”; cuando no se tiene la certeza de ser suficientemente fuerte o tenerlo suficientemente claro. Cuando se fantasea con cambiarlo todo: de amigos, de país, de vida… en lugar de cambiar paso a paso.
Un enfoque integral para avanzar
El camino hacia el cambio es multifacético y desafiante. La lucha contra las adicciones, la ansiedad y las relaciones interpersonales disfuncionales requiere un enfoque integral que incluya autoevaluación, apoyo social y posiblemente intervención profesional. La transición desde la negación hacia la contemplación y, eventualmente, la acción, es un proceso que requiere tiempo, paciencia y una profunda voluntad de cambio.
Existen casos en los cuales se abandonan las sustancias de un día para el otro, sin más ayuda que la fuerza de voluntad propia. Sin embargo, son numéricamente escasos y constituyen muchas veces una fantasía más a evitar que una meta alcanzable. Además, existe el riesgo de quien abandone impulsivamente el consumo, vuelva a él impulsivamente. Es un trayecto común debido a la escasa planificación y consciencia a la hora de afrontar la problemática de consumo.
Un enfoque terapéutico efectivo debe centrarse en la construcción de una conciencia plena de la situación actual, el análisis de los riesgos y las oportunidades de cambio, el desarrollo de estrategias para manejar la ansiedad sin recurrir a sustancias y el establecimiento de relaciones interpersonales equilibradas y saludables. Con una intervención adecuada, es posible avanzar desde el estadio precontemplativo hacia una vida más equilibrada y satisfactoria.
Sin embargo, debemos ser conscientes de que estamos hablando de un primer estadio del cambio. Esto puede significar que si la locomotora no inicia el movimiento para salir de la estación, de nada sirve empujar ese tren. La recuperación no funciona por encargo ni por amenazas, y las familias, parejas y amistades que lo han “intentado todo” suelen ser testigos de esta limitación.