Cuestionario de personalidad: más cerca del zodíaco que nunca
Las simplificaciones de la naturaleza y la diversidad humana nos suelen resultar enormemente atractivas. Un ejemplo de ello es cómo toda la variabilidad existente cabe en doce signos zodíacos. En psicología, los modelos de la personalidad han cumplido la misma función y recibido muchísima atención por parte de la clínica
Analizaremos el modelo trifactorial de la personalidad conocido como modelo PEN por las siglas de cada uno de las dimensiones que lo componen: Psicoticismo, Extraversión y Neuroticismo. Hans Eysenck (1916-1997) ha formulado un modelo descriptivo y explicativo de la personalidad que permite percibirla como una estructura jerárquica, dado que algunos rasgos pueden pesar sobre otros.
Eysenck considera a cada dimensión dentro de un continuo, así, la extraversión y la introversión se caracterizan por la preferencia o no de la estimulación que procede de otras personas. Una inclinación a la “estimulación social”, que se traduce en dos factores: la sociabilidad -orientación a la gente- y la impulsividad -orientación a la acción-.
Las otras dimensiones del modelo trifactorial o PEN de la personalidad son el neuroticismo y psicoticismo. El neuroticismo se refiere a la reactividad emocional a los estímulos, negativa e intensa. El psicoticismo, en cambio, hace referencia a la sensibilidad emocional y la compasión.
Fallos del modelo
Eysenck explicó la estructura de la personalidad relacionando biología y temperamento. El modelo PEN representa un modelo estrella de la teorización descontextualizada. Si seguimos las caracterizaciones de Domingo Curto (2009) podremos descubrir, en primer lugar, que el modelo ignora en buena medida el razonamiento del sujeto. Se limita a describir su comportamiento potencial a través de un punto de vista normativo del mismo.
Evitemos creer que la personalidad existe “en el vacío”
Sus planteamientos sostienen que la personalidad es estable, por lo que tienden al innatismo y a responsabilizar al sujeto por su comportamiento independientemente de la situación. Este enfoque es funcionalmente internalista. Las dinámicas no son interpsíquicas, sencillamente porque el otro no es tenido en cuenta en la ecuación. Tal es el fuerte sesgo individualista que omite toda lógica de la acción colectiva.
Cuestionario de personalidad según el modelo PEN
En el análisis de la personalidad, el cuestionario de personalidad EPQ diseñado por Eysenck como recurso evaluativo eficaz, es acorde con el modelo PEN y responde a un canon positivista del conocimiento. Las medidas experimentales prescinden de cualquier entorno ecológicamente válido para centrarse en una condiciones materiales, formales y ambientales de laboratorio. En lugar de considerar al laboratorio como un ambiente fuertemente inhibitorio, se lo contextualiza como un entorno aséptico, neutro y científicamente controlado. El cartesianismo, implícito en el modelo PEN y en el cuestionario EPQ, hace alarde de un racionalismo, internalista e individualista, que ralla lo obsceno. Todas las respuestas son verbales y ninguna exige vincularse a otro ser humano.
De la personalidad al ser social y contextualizado
De mantener el modelo PEN, es necesario analizar, entre la respuesta y los tipos de personalidad, el peso de los factores del contexto que son pertinentes en la modulación del comportamiento y del pensamiento. Evitando creer que la personalidad existe “en el vacío”.
Toda simplificación en psicología representa un empobrecimiento peligroso. Estudiar la personalidad en función del entorno debe ser el primer paso para abordarla. Buscar respuestas comunes y diferentes de la personalidad ante la lógica contextual. Ello implica cuestionar el modelo y rechazar la ingente cantidad de investigación psicométrica realizada hasta ahora bajo los criterios PEN.
Retornar a los test cualitativos e interpretativos de la conducta, evitando los tests cuantitativos -como el cuestionario EPQ para analizar la personalidad-, arriesgando la validez interna en pro de la validez ecológica del constructo. Rescatando el concepto de “ser social” para evaluar la personalidad como respuesta interaccional más que como estructura individual y estable, vinculándola estrechamente a su entorno y tiempo.