Negando la infidelidad
Negar haber mantenido una relación sexual fuera de la pareja puede ser más que una estrategia consciente
Según la teoría triangular del amor, el compromiso es uno de los pilares de la pareja estable. Pero el compromiso no siempre es sinónimo de exclusividad sexual. Hay parejas muy comprometidas y sexualmente abiertas, de común acuerdo; todo depende de que se haya negociado previamente.
Muchas parejas constituidas no han hablado de la exclusividad sexual, la consideran parte de la fidelidad y sobreentienden que formar una pareja implica no mantener relaciones sexuales con terceras personas. Estos acuerdos no verbales pueden acarrear más de un dolor de cabeza.
Hablemos, saber que nuestra pareja ha mantenido relaciones sexuales con otra persona puede ser doloroso, sobre todo cuando la experiencia incide en la confianza que sentimos por el otro.
Peor aún, cuando decidimos enfrentar la situación y todo lo que obtenemos a cambio es «no pasó nada», «no es lo que tú piensas», además de encontrarnos ante lo que consideramos una infidelidad… descubrimos que la niega.
Resulta habitual que la parte que se siente engañada escuche con indignación semejante negación.
Y también es frecuente que explote en violencia y se produzca una exposición del material que lo prueba, un escrache, un enfrentamiento.
Aún cuando la lógica del engañado/a le dice que le han mentido, que le han estado tomando el pelo y le apremia a iniciar una campaña de acoso y derribo o a terminar ipso facto con la pareja, hay algunas otras posibilidades a tener en cuenta.
Valorando otras posibilidades
Podemos comenzar preguntándonos a quién es la parte engañada.
El enfrentamiento (…) aún cuando resuelve la situación, no siempre la soluciona
Muchas veces, en un marco psicoterapéutico descubrimos que una persona niega un hecho aún después de comentarlo. En otras ocasiones, lo admite pero sólo si le resta importancia. El elemento común, en estos casos, es la imposibilidad de tomar plena consciencia de lo que ocurre.
Egodistónico, aquello que entra en contradicción con sus propios valores no puede ser incorporado al marco experiencial. Todo ello con independencia de cuantas veces pudo repetirse ese mismo acontecimiento.
Cuando la experiencia no se integra en la consciencia muchas veces la mente sostiene que no ocurre. Algo similar ocurre a efectos prácticos cuando no se consigue poner en palabras la experiencia vivida.
Desde la negación -«nunca estuve con esa persona»- hasta la infrovaloración de la experiencia -«no tiene ninguna importancia para mí»- hay varias formas de no aceptar lo vivido.
En estos casos, el enfrentamiento con la evidencia que demuestra que la infidelidad existió resulta una opción genuinamente violenta. Por eso vale la pena tener en cuenta que, aún cuando resuelve la situación, no siempre la soluciona. Por ello conviene valorar aquellas otras opciones disponibles para poder elegir libremente según los valores, deseos, necesidades, expectativas y sentimientos de cada uno.