Cómo reaccionar si alguien tiene un ataque de asma
A nuestro lado, una persona presenta “pitidos”, tos, una respiración agitada y un nivel evidente de afectación. Aunque los síntomas, niveles y desencadenantes del ataque de asma pueden variar, exponen públicamente a quienes padecen esta enfermedad respiratoria. ¿Qué hacer y qué evitar cuando somos testigos de un ataque de asma?
Reacciones emocionales
Los desencadenantes del asma no tienen por qué ser psicológicos o emocionales. El asma puede aparecer como reacción de las vías respiratorias a la presencia de ciertos agentes externos. Por ello, evitemos responsabilizar al asmático de su situación o cuestionar la naturaleza de su ataque de asma.
A pesar de ello, el peso de nuestra reacción emocional resulta trascendente para el asmático, porque la angustia que suele acompañar a un ataque puede incrementarse gracias a nuestra reacción. Es importante, entonces, no agobiar al otro con nuestra preocupación. En ese autocontrol hay algo estratégico, dado que, si no reaccionamos emocionalmente, no “confirmaremos” que lo que le ocurre es severo y no correremos el riesgo de aumentar esa angustia.
Estar frente a una persona que tiene un ataque de asma puede resultar una experiencia desconcertante. Especialmente cuando no tenemos suficientes conocimientos médicos para afrontar la situación con solvencia. En el caso que abordamos hoy, en el que hablamos del asma en adultos independientes y con experiencia en la materia, la mejor opción atenta contra nuestra intuición. A pesar de todos los síntomas alarmantes que percibimos en el asmático, dejemos que sea quien padece el ataque, quien tenga el control de la situación.
Reacciones verbales
Exclamaciones sobre los síntomas -“¡Uy, no puedes respirar!”- o sobre el estado general -“¡Qué mal estás!”- son reacciones frecuentes, sobre todo cuando, el ataque de asma de su acompañante los pilla desprevenidos. Sin embargo, este tipo de verbalizaciones pueden incidir negativamente en la gestión y percepción que los asmáticos tienen de su situación. Por ello, resulta conviene evitarlas.
Una persona que está teniendo un ataque de asma no debe preocuparse por nosotros ni explicarnos lo que le sucede, debe encargarse únicamente de su propia persona. No conviene transformarnos en una carga ni que ellos se preocupen por nosotros. Comprendamos que no es el momento de hacer demasiadas preguntas. A la mayoría de los asmáticos les cuesta hablar en esa situación. La mejor opción es dar tiempo y espacio hasta que el ataque pase.
Plan de acción
¿Qué hacer en un momento así? Organizar las responsabilidades es una buena opción porque no somos nosotros los que debemos “hacer algo”. Es quien tiene asma quien debe hacerlo y seguramente ya sabe cómo actuar. Esto es muy importante, porque en la desesperación del momento, los testigos pueden intentar ejecutar sobre la persona asmática varias acciones que pueden incordiarla. Recordemos que la una situación es, ya de por sí, suficientemente incómoda aún sin gente corriendo a buscar vasos con agua.
Asegurémonos que la otra persona sabe qué hacer, preguntándoselo directamente pero, sin pedirle que entre en detalles y dejemos que haga alarde de sus capacidades. Si el ataque no es excesivamente severo y la persona asmática mantiene el control y la consciencia, el control está en sus manos.
Deja que sea quien padece asma quien decida y actúe
En resumen, en nuestro caso la primera respuesta es: “deja que sea quien padece asma quien decida y actúe”. Generalmente los asmáticos experimentados y autónomos tienen un plan de acción y éste puede –o no- incluir histamínicos e inhaladores. No debes conocer el plan de acción para ser testigo de él.
La mejor iniciativa es mantener la calma: siéntate a su lado, no de frente y guarda silencio hasta que la respiración comience a normalizarse. No hagas comentarios ni demasiadas preguntas. No ofrezcas ayuda médica si la coloración de los labios y de las manos es la correcta. Vigila cómo está respirando escuchando atentamente y mira los movimientos de la caja toráxica.
En un ataque de asma la tos es especialmente incómoda y hasta dolorosa. Ahora, en plena pandemia de COVID-19, en el que muchas personas adscriben la tos a un síntoma de la infección por dicho virus, los asmáticos tienen que soportar actitudes del entorno que prácticamente los criminalizan como un atentado contra la salud pública. No es lógico relacionar la presencia de tos exclusivamente con la infección por coronavirus, ni siquiera en estos tiempos de pandemia. Antes de emitir un juicio porque alguien tose sin control, acordémonos de los asmáticos.