Pies inquietos al dormir

Cuerpo

Pies inquietos al dormir

Los movimientos de pies involuntarios y repetidos dificultan el descanso 

A la hora de dormir, todo está listo para un buen descanso y sólo nos resta despertar mañana pero parece que el cuerpo tuviera otros planes. Los primeros minutos, al apoyar la cabeza en la almohada, suelen ser plácidos. De repente, un movimiento involuntario de pies es seguido por otro y por otro más. Así durante un segmento nocturno que puede hacerse interminable. 

A pesar de que mover los pies proporciona cierto alivio, la frecuencia del movimiento impide el descanso. Ello, junto al cansancio acumulado, puede provocar una sensación que oscila desde el nerviosismo a la desesperación.  

¿Qué es el síndrome de piernas inquietas?  

Según la quinta versión del manual diagnóstico de la Asociación Americana de Psicología, el síndrome de piernas inquietas es “un trastorno del sueño sensoriomotor y neurológico que se caracteriza por un deseo de mover las piernas o los brazos normalmente asociado a sensaciones incómodas” (APA, 2013).  

Para considerarlo clínicamente, se entiende que debe darse con cierta frecuencia, un mínimo de tres noches por semana y durante varios meses. 

¿Qué lo provoca?  

En primer lugar, debemos descartar todas las causas orgánicas que puedan causar este síndrome. Es importante corroborar que la sintomatología no está delatando una enfermedad cardiovascular o un déficit de vitaminas. 

Lo segundo que debemos tener en cuenta es que la evidencia actual ha encontrado en el origen, en su etimología, un notable peso genético. Por lo que es probable que, si tus padres tenían el síndrome, haya mayores probabilidades de padecerlo. 

En muchas ocasiones el cuerpo expresa así aquellas emociones que han quedado sepultadas o silenciadas a lo largo de los días

Para finalizar, admitir que la ansiedad, la depresión y los trastornos relacionados con la atención tienen una fuerte vinculación con esas piernas inquietas. Por ende, conviene siempre intentar analizar tu nivel de exigencia, ansiedad, tristeza y desánimo antes de intentar incidir sobre el síndrome. En muchas ocasiones el cuerpo expresa así aquellas emociones que han quedado sepultadas o silenciadas a lo largo de los días. El acto de rebelión apunta a una necesidad, una señal que no merece ser ignorada.

Para esos casos, expresar -y negociar- esas nuevas necesidades resulta imperativo. Reservar un momento del día para liberar esos sentimientos puede también ser un buen complemento de lo primero.

En resumen, como suele ocurrir con muchos otros síndromes, los múltiples síntomas que lo conforman y la variedad de factores que facilian su aparición, nos hacen pensar que estamos ante un ladón de cien cabezas. Sin embargo, no hace falta ser un héroe para poder lidiar con el síndrome de piernas inquietas.

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