Performers y fans: riesgos en relaciones virtuales de pago

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Performers y fans: riesgos en relaciones virtuales de pago

Las redes sociales viven con éxito la era COVID en la cual cualquier contacto físico es de riesgo. Entre ellas, Onlyfans y Justfor.fans se coronan como escaparates de la pornografía de pago. Desde la psicología, las dinámicas que desenvuelven performers y seguidores plantean nuevos dilemas y controversias.

Relaciones virtuales: exposición, implicación y compromiso 

A finales del siglo XX se popularizaron los salones de chats y con ellos nacieron una nueva generación de relaciones virtuales, con una comunicación mucho más instantánea que la que ofrecía el correo.  Hoy, a esa innovación, le podemos sumar la imagen y el sonido en tiempo real, lo cual genera una vinculación más fuerte con el otro.  

Algunas/os modelos de Onlyfans aseguran tener «maridos» en línea. Son, en realidad, clientes a los que se les otorga este tipo de «etiqueta». Las consecuencias que les puede acarrear ser denominados y tratados como supuestos «maridos» o «novios» dependerá de la situación personal y la claridad mental con la que se afronte esta relación. Lógicamente que, mientras benefician económicamente a los performers, pueden resultar sumamente dañinas para los clientes. Pero también puedes tener consecuencias nefastas e inesperadas para ambas partes.

Estas parejas virtuales desvirtúan lo que es una pareja en la realidad. Es evidente que los performers pretenden confundir al seguidor con la finalidad de lucrarse. No es lo mismo tener una relación comercial que una relación amorosa. En una relación comercial, el compromiso y la implicación se mantienen sólo mientras haya dinero de por medio.

Sin compromiso personal ni implicación amorosa por ambas partes, las relaciones comerciales pueden representar un peligro por las emociones que evocan. Sobre todo, teniendo en cuenta que, tanto para todos los performers como para sus clientes, el nivel de exposición que ofrecen estos medios puede resultar abrumador. Paradójicamente, a nivel relacional, la intimidad ofertada es realmente escasa. Ello puede explicarse porque no es lo mismo sentirse muy expuesto a haber intimado con alguien. En la intimidad, la construcción es mutua, estrecha y genera una confianza de a dos, basada en la honestidad.

En lugar de ello, las redes sociales ofrecen sucedáneos a la implicación, como el sexo personalizado o a la carta. A veces, los performers preguntan en encuestas, como las que lanzan en Twitter, qué actividad sexual llevar a cabo en la próxima interpretación. Otras, se introducen vibradores que se activan cuando reciben una propina.

Para un trabajador sexual virtual, acceder a la solicitud de un cliente no evidencia un compromiso personal ni significa intimar con el otro. Es una performance más. Pero ¿qué ocurre cuando un seguidor no lo vive ni lo ve así? El mayor riesgo es que ese nivel de interacción impida a alguna de las partes distinguir entre la realidad y la virtualidad.

Ceder el control: Reeflay Panini 

Cuando una pareja de performers, como los youtubers, acceden a una propuesta de un seguidor se puede producir una difusión de la responsabilidad. El ruso Reeflay Panini ha aparecido en los medios esta semana por haber aceptado mil dólares a cambio de dejar a su novia en ropa interior encerrada en exterior de su vivienda. Cuando pasaron las horas y finalmente abrió la puerta del balcón sólo pudo recuperar sus restos. El frío la había matado.

Ceder el control y acceder a toda petición puede tener efectos devastadores

Los daños colaterales de la difusión de la responsabilidad es que Reeflay «sólo hacía lo que le pedían por un imperativo económico» y quien lanzó la propuesta tampoco es «responsable» de esa muerte. En la difusión de la responsabilidad pareciera que todos son inimputables pero en la realidad y según la legalidad vigente, las cosas no son así.

Si hablamos de «parejas» virtuales, debemos reconocer que la impunidad y el abuso no sólo señala a los performers. Un hombre se arruina económicamente pagando propinas en Onlyfans porque está obsesionado con una modelo y luego inicia un acoso geográfico diario, persiguiéndola desde su domicilio privado. Dado que las parejas virtuales de performers y fans no se plantean límites, no es infrecuente que ocurran excesos y situaciones caóticas de ambos lados.

En definitiva, lo virtual trascendiendo lo real puede representar un enorme riesgo. Creer que uno tiene una relación real con un performer, desde luego, no es gratuito y tiene consecuencias a corto y largo plazo.

Las parejas virtuales de performers y seguidores no suelen tener claras estas distinciones y muchas veces creen que, amparadas en la distancia, no es necesario marcar ningún límite a su accionar. Sin embargo, ceder el control al otro y acceder a toda petición puede tener efectos devastadores.

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